Un pequeño homenaje felino a Walter Bejamin
Hay un cuadro de Paul Klee, que se llama Gato y Pájaro. Representa a un gato de enormes ojos verdes fijos, con un pequeño pájaro en su entrecejo, al que, en realidad, no mira, sino que más bien parece inscrito en su pensamiento. El ave camina feliz mientras la expresión del felino es circunspecta, concentrada, casi ausente; como si aquella imagen le obsesionara y le doliera. El pájaro de la memoria debe de ser parecido. Anida en nuestra mente, ligero, vive un tiempo y luego desaparece. En ocasiones, se agita, aletea violentamente y nos obsesiona. Otras veces, afirma sus garritas en las ramas de nuestras ensoñaciones y lo percibimos, dando sentido a nuestra vida. Con frecuencia, se instala en nuestra frente como una guía que determina nuestra identidad y nuestras ideas. Queramos o no, cada una de nosotras y cada uno de nosotros somos el gato de Klee, proyectando el futuro, mirando al interior de nuestro pasado; viviendo el presente con una mirada atónita que, en lugar de hacia afuera, mira hacia dentro.