¿Imaginaste alguna vez cómo piensan los perros?
David Aja (Valladolid, España, 1977) es uno de los dibujantes de cómics más reconocidos internacionalmente y uno de los más laureados en el complejo mercado norteamericano. Entre sus numerosos trabajos para Marvel, queremos destacar el realizado en Ojo de Halcón (Hawkeye #11) junto a Matt Fraction, por el que obtuvo además el tercero de sus Premios Eisner, considerados como los Óscars del cómic.
Al (anti)héroe le acompaña un perro tuerto, que se erige en narrador de la historia, en un esfuerzo narrativo-visual tan sorprendente como extraordinario. A través de una estructura reticular, Aja despliega un lenguaje comprensivo canino propio, donde se mezclan las asociaciones sensoriales que definen a los personajes (olfativas y auditivas, sobre todo), con su percepción física y sentimental actual. Los protagonistas, ante nuestro perro hablan, pero, en sus bocadillos, las palabras aparecen incomprensibles porque el animal no las entiende. No obstante, entre los garabatos, de pronto, aparece alguna palabra que sí se comprende, que se muestra legible y que revela de un modo imaginativo el espectro comprensivo que tienen los perros de nosotros.
En una entrevista a David Aja habla sobre el tema:
“Por ejemplo, en el famoso número del perro, pensaba en cómo podía mostrar gráficamente, cómo siente y piensa un perro. Te pones a mirar cosas… es un perro tuerto, lo que ve tiene que ser muy mínimo; además, los perros no ven en espectro rojo (por eso no aparece ese color en el cómic), casi todo son amarillos y azules.
Aparte de eso, el perro tiene otros muchos sentidos… el olfato, el oído… y yo pensaba en cómo representar eso de una manera visual.
Por todo ello, los fondos eran muy lineales, casi como de dibujo técnico. Luego fui añadiendo iconos, en plan señalética, para demostrar lo que veía y sentía el perro.
Tenía que ser todo conceptos, porque un perro no se guía sólo por lo que ve con sus ojos, así que busqué la manera de mostrar cómo adquiría los conocimientos y traté de ofrecérsela al lector del modo en el que él los podía ver.
Al final, era todo para expresar como podría estar viendo las cosas el perro. Se trata de algo funcional; no es que esté pensando ‘voy a hacer algo guay’, porque, de hecho, no pensábamos hacerlo así al principio. Sí que iba a ser un número desde el punto de vista del perro, pero la idea era hacer un relato más convencional, con mucho texto. Sin embargo, poco a poco, se nos fue ocurriendo hacerlo así, según trabajábamos en ello.
Lo cierto es que siempre pienso en la historia que voy a contar y en cómo transmitir los sentimientos y las sensaciones de lo que estoy contando.