Asamblea de canes marxistas

Las criaturas también deben ser libres

Reunidos en la Asamblea del parque, perros de todas las clases -burgueses, proletarios y hasta vagabundos- debaten sobre el trabajo. Comenta Rosa, la pomerania, que no todos los perros son tratados igual porque no obtienen el mismo usufructo de su trabajo. Tormes, el golden lazarillo, le replica: «No es lo mismo trabajar toda la jornada como hago yo, que hacerlo solo en caso de emergencias, como Fuego, miembro de un equipo de rescate». J, el collie que no ha parado de reagruparlos a todos, opina que Tormes tiene razón, pues él está todo el día pastoreando mientras hay caniches que duermen como gatos. Sintiéndose aludida, Lady protesta: «Oye, que además de pasear a mi humana, trabajo dos veces al mes como terapeuta en un geriátrico». «Camaradas, no nos peleemos. Eso es lo que quieren algunos de ellos», irrumpe Vladimir, el husky siberiano, para luego relatar cómo algunos humanos los fuerzan a ser animales de presa. «Deben invertir más recursos en reclutas como yo», ladra Rex, el dóberman policía.

Viendo el tumulto, Max, el pastor alemán, levanta la pata pidiendo el ladrido. «Peludas y peludos. Todo trabajo -desde el del beagle que detecta sustancias, hasta el del bodeguero que caza ratones, pasando por el del bretón que busca trufas y quienes vigiláis las propiedades de vuestros humanos-, es igual de digno, nos mantiene activos y ayuda a nuestro equilibrio perronal. El problema es cuando se le considera un medio de producción, como las máquinas o el dinero, abocándonos al estatus de simples herramientas. Como seres sintientes, considero que debemos evitar que nos exploten, retomar nuestra libertad y luchar contra la mercantilización de los compañeros y compañeras de otras especies”.

Los aullidos de los presentes son interrumpidos por las voces humanas que los llaman para volver a sus hogares. Antes de despedirse, Che, el dogo argentino, le ladra a Trotsky: «Tenemos que extender nuestra “lucha de canes” a todas las especies, incluida la humana: esas criaturas también deben ser libres» El terrier ruso le responde: «El compromiso de la praxis revolucionaria es construir lo nuevo, pero me temo que, con los humanos, será difícil llegar a un acuerdo equitativo».