Felices de empezar a ser también vuestra cuarta pata
Desde Cat&Dog Tank queremos enviar un sincero mensaje de agradecimiento a toda la gente que nos ha visitado en este primer mes de existencia. Nos hace una tremenda ilusión esta acogida tan extraordinaria, por supuesto, pero mucho más el hecho de que haya tantísima gente que comparte la idea de que el amor a los animales, y muy particularmente a los gatos y perros, es el síntoma más claro de humanidad. A modo de regalo, un poco extemporáneo, pero sumamente intenso, para todos vosotros y todas vosotras, os brindamos un fragmento de uno de los textos literarios más importantes del siglo XX, “La Carta de Lord Chandos”, otra vez de nuestro querido Hugo von Hofmannsthal, que refleja como pocos esa humanidad inscrita en el amor a los animales. Que lo disfrutéis.
“Estoy reformando un ala de mi casa y, de cuando en cuando, se me logra departir con el arquitecto sobre los progresos de su trabajo; gestiono mis bienes y mis arrendatarios y funcionarios me encontrarán seguramente algo más lacónico, pero no menos amable que antes. Ninguno de los que están con la gorra quitada delante de la puerta de su casa cuando paso a su lado con el caballo por la tarde tendrá idea de que mi mirada, que están acostumbrados a recibir con respeto, pasa con callada nostalgia por los tablones podridos bajo los que ellos suelen buscar lombrices para pescar, se sumerge a través de la estrecha ventana con barrotes en la sombría habitación, en cuya esquina la baja cama con sábanas de colores parece estar siempre esperando a alguien que quiere morir o que ha de nacer; que mi mirada se queda fija en los feos perros jóvenes o en el gato que pasa blandamente entre los tiestos con flores y que, entre todos los objetos pobres y toscos de una forma de vida campesina busca aquello cuya forma insignificante, cuyo estar tumbado o apoyado del que nadie se da cuenta, cuya esencia muda puede convertirse en la fuente de aquel enigmático, silencioso y desenfrenado entusiasmo. Pues mi alegre sentimiento innominado prorrumpirá para mí antes de un lejano y solitario fuego de pastores que de la visión del cielo estrellado; antes del canto de un último grillo próximo a la muerte, cuando ya el viento del otoño empuja las nubes invernales sobre los campos desiertos, que del fragor majestuoso del órgano. Y yo me comparo a veces en pensamientos con aquel Craso, el orador, del que se cuenta que se encariñó de forma tan desmedida de una morena mansa de su estanque ornamental, un pez sin brillo, de ojos rojos, mudo, que se convirtió en tema de conversación en la ciudad; y cuando una vez en el senado, Domicio le reprochó haber vertido lágrimas por la muerte de aquel pez y quiso calificarlo así como alguien medio loco, Craso le dio por respuesta: «De ese modo, he hecho yo al morir mi pez lo que usted no ha hecho en la muerte de su primera mujer ni en la de la
segunda».”
Extracto de Hugo von Hofmannsthal, Relatos, Akal Vía Láctea, Madrid, 2019, pp. 162-163.