Los amantes de los perros tienen un destino obligado en la ciudad de Bayreuth (Alemania).
No cabe duda de que la pequeña ciudad alemana de Bayreuth es quizás uno de los lugares de peregrinación cultural más importantes del mundo. Quien no la conozca, puede felicitarse al saber que existe aún al menos un destino europeo que bien merecerá su visita. Al recorrer sus calles de atmósfera dieciochesca, da la sensación de que en cualquier esquina te cruzarás con el gran Jean-Paul Richter o quién sabe si recorriendo los jardines del Eremitage, tendrás ocasión de ver a la Markgräfin Wilhelmine, hermana de Federico II de Prusia, sentada, esperando el comienzo de una nueva función en su teatro rupestre, con el pensamiento perdido en su última conversación con Voltaire. Ella fue al fin y al cabo la que hizo de la ciudad un rincón francés en el corazón de Baviera, cuya coronación es el más delicioso teatro de la ópera barroco del universo, que lleva su nombre. Fue de este edificio del que se enamoraría Richard Wagner, comenzando el idilio que – desde entonces – le unirá a esta localidad, a la que él y sólo él resignificará para la futura historia de la música. Allí construirá su Festspielhaus, su palacio de la ópera, en la colina sagrada; allí celebrará sus festivales, que concitarán desde entonces a intelectuales y artistas del mundo entero.
Como una estación inevitable del viaje a Bayreuth está Wahnfriedhaus, la casa del compositor… allá “donde sus zozobras encontraron descanso”, al otro lado de la casa de su suegro Franz Liszt (por cierto, también enterrado en la ciudad). En medio del jardín de Wahnfried, recogida en una mandorla de arbustos, se halla la tumba del genio, un lugar que acumula la indescriptible energía que sólo suele encontrarse en los santuarios.
Pues bien, casi tan célebre como la de Wagner, es la tumba de uno de sus muchos perros, su amado terranova Russ, que se encuentra un poco más allá de la de su amo. “Hier ruht und wacht Wagners Russ” (Aquí descansa y vigila el Russ de Wagner) . Un destino obligatorio para todos los que miramos a la cultura con los ojos amantes de los perros.
En la Joya del Arenero, te contamos esta y otras historias… ¿Te animas a conocerlas?