Camille Claudel: Una perra hambrienta

Vivir tras la oscuridad del genio

Dijeron que era un perro comiendo un hueso, pero era inexacto. Lo que el bloque de bronce vaciado revela son las formas de una perra hambrienta, desgarrando con rabia un hueso duro de roer. Fue lo mismo que su autora, Camille Claudel (1864-1943), tuvo que hacer. Su gran hueso, una sociedad encargada de silenciar el talento de las mujeres, fue representado por un tal Auguste Rodin, considerado el padre de la escultura moderna. Les unía un vínculo maestro-aprendiz que pronto derivó en una seria colaboración, una conexión artista-musa en la que ambos acabaron por retratarse mutuamente y una relación amorosa que resultó ser un tormento. Los separaban veinticuatro años de edad, la crítica de un contexto artístico incapaz de ver el “genio” en una mujer y las adúlteras prácticas del escultor. En 1892, tras una promesa de matrimonio incumplida y un aborto forzoso, Camille decidió separarse definitivamente de Rodin.

Solo un año después, instalada en su nuevo estudio, la artista abandona definitivamente la tradición romántica en favor del simbolismo, abordando escenas intimistas y delicadas. En este contexto nace su «Perro royendo un hueso»[i]. Hay en la pequeña pieza una muestra del desequilibrio y fluidez de las formas, en favor de la potenciación emocional del acto representado. Rabia e ira, instinto y hambre, visceralidad desgarradora, que sitúan las razones en la pieza misma, pero también fuera de ella. Quizás en Rodin. O tal vez en la creadora misma porque, poco a poco, Camille comienza a alejarse del mundo, víctima de las crisis nerviosas que la fueron consumiendo. La última estacada se la daría su propia familia. Fallecido su padre -único apoyo incondicional en su faceta de artista- su hermano decidió ingresarla en un psiquiátrico del que ya nunca saldría.

«Perra hambrienta» no es solo una prueba material de la genialidad de una artista. Es también (tal vez sobre todo) el ejemplo de la negación de ese talento por su condición de mujer, y sobre todo (o solo tal vez) el resumen del silencio cómplice de la sociedad ante las cuestiones relacionadas con la salud mental.


[i] Este título original acuñado por la propia artista, pronto derivará en el ahora conocido “Perra hambrienta”

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