Brutalismo gatuno
Entre las cosas interesantes que trajo la pandemia, además de Stay Homas, estuvo la divertida idea de visibilizar el no siempre sencillo arte arquitectónico brutalista, que – desde los años 50 – privilegió la estructura sobre la forma y los materiales crudos, como el cemento o el hormigón, sobre el diseño decorativo, añadiendo a sus imágenes fotográficas gatos en posturas de lo más diversas, que transfiguran el espacio arquitectónico y lo proyectan hacia su perfil más amable.
Valiéndose de una ironía muy posmoderna, Cats of Brutalism. Your daily dose of cats and concrete (Gatos del Brutalismo. Tu dosis diaria de gatos y hormigón), consigue ofrecer un acercamiento único a obras de Oscar Niemeyer, Paul Rudolph, Le Corbusier o Kenzo Tange, entre otros muchos, donde la condición felina, suave y muelle, acaba dulcificando la dureza de las formas arquitectónicas. Más allá de la perfección realista de estos fotomontajes, el resultado es todo un descubrimiento, que no sólo “hace visibles” unas obras que, de partida, encajan poco con el “sensualismo” inscrito en las corrientes artísticas dominantes en la actualidad, sino que también ponen una nota de humor, en la mortal seriedad de la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX.
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