Klee, pintor de gatos
Paul Klee mostró, desde su infancia, una intensa devoción por los gatos. Su obra “Gato y Pájaro”, que ya nos ha deleitado en estas páginas de Cat&Dog Tank, no es más que otro paso en la investigación del pintor por llegar a la esencia felina. Ello no resulta ninguna sorpresa por cuanto, en las fotografías, el artista aparece con frecuencia rodeado de mininos. Bimbo, Fritzi, Nuggi, Mysi… son los nombres de algunos de los que le robaron el corazón e incluso colaboraron en su pintura con algún que otro paseo inesperado sobre los óleos aún frescos. En sus obras, Klee se acerca a los gatos con la intención de descubrir en cada uno de ellos un aspecto del animal sólo revelable a través de un enfoque cambiante. Desde una representación lineal de corte muy picassiano, de un gato que avanza sigiloso, mirando fijamente tal vez a una presa; hasta un dibujo mucho más abocetado, de trazo más nervioso, que muestra al gato durmiente como una masa compacta, casi pétrea; pasando por otro, de manchas rojas, que se lame, relajado, recordando vagamente a las bailarinas de Toulouse Lautrec; o por su “Una especie de gato” que parece remitir nostálgicamente al mundo de Franz Marc. No obstante, habría que destacar muy especialmente la pieza “La Montaña del Gato Sagrado”, de su época en la Bauhaus en Essau, en la que el felino se erige en tótem, que protege y vigila a los vivos y a los muertos, el día y la noche, dominando con su figura el alma de aquellos que ascienden la montaña de su presencia.