La paz canina del poeta
Relajado en su hamaca, bajo un suave sol de verano, alguien saboteó su siesta colocándole todos los perros encima. Al despertarse, no pudo sino abrazar y mirar a los ojos a la delicada mansedumbre de sus cachorros, para acabar sucumbiendo a sus juegos, en un momento infinito de quietud. Jaime Gil de Biedma, uno de los poetas españoles más extraordinarios de todos los tiempos, se hace eterno en estos dos bellos instantes caninos, llenos de ternura.