Dos retratos con gatos
Desde la Antigüedad, el arte había querido acercarse al misterio insondable del paisaje. Hubo momentos, con los paisajistas holandeses como van Goyen o Ruysdael o con románticos como Friedrich o Constable, en los que el pulso espiritual del ser humano entró en tangencia con el de la naturaleza, como si uno y otro pudieran efímeramente soñarse fuera de la pesadilla industrial. Luego llegaron los impresionistas, seducidos por el efecto disolvente de la luz y encontraron la excusa perfecta para sacar a la pintura del atolladero en el que le había metido la incipiente pero ya magnética fotografía. Y por fin, llegó Ansel Adams.
Ansel Adams, fotógrafo, pianista y montañero, también fue seducido un día por la luz, en el parque nacional de Yosemite y, desde entonces, consagró su vida a la descripción de esa luz, inmortalizada en su célebre sistema de zonas, uno de los logros capitales del arte fotográfico del siglo XX.
La luz le llevó a Ansel Adams a la naturaleza y esta le transformó hasta el punto de convertirse en uno de los primeros defensores del medio ambiente de los Estados Unidos; el único que llegó a tener acceso directo a la Casa Blanca, ya en su época de madurez.
De esa época, datan estos dos retratos con gatos, que no sólo dan muestra de la bondad personal de nuestro autor, sino también de la feliz confianza que inspiraba a sus amigos felinos.