ALEX HERRERÍAS (1981) es un célebre ilustrador, novelista gráfico y profesor mexicano, también miembro fundador de la Asociación Mexicana de Ilustradores y colaborador de multitud de editoriales internacionales de prestigio. Su trabajo Un Camino de Leyenda está llamado a convertirse, al mismo tiempo, en una de las más grandes aportaciones de su país al mundo del cómic. Por supuesto, es ya un gran amigo de C&D TANK.
CAT&DOG TANK: ¿Cómo comenzó tu carrera como ilustrador?
ALEX HERRERÍAS: Es difícil decirlo. Recuerdo que, antes incluso de saber escribir, ya manejaba las crayolas, las ceras de colores, y dibujaba. Mi forma preferida de comunicarme era hacer figuras en una hoja blanca y llenarla de colores. Con el tiempo, fui empezando a dibujar personajes de historietas en mis ratos libres. En realidad, en mi memoria, me dedico a esto desde que tengo uso de razón. Y es curioso, porque soy hijo único y creo que mis papás nunca se imaginaron que yo me fuera a dedicar a esto. En realidad, en mi familia no había nadie con una vocación semejante, salvo mi abuelo paterno, que estuvo en la Academia de San Carlos, donde se formaron Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros… Es curioso que yo ahora esté dando clases de dibujo allí mismo. En todo caso, nunca conocí a mi abuelo.
El resto de mi familia estaba formada por ingenieros químicos, por gente con carreras comerciales etc., tal vez, por ello, cuando vieron la inclinación que tenía desde la infancia por el dibujo, mis familiares se decían: “Con lo que le gusta dibujar, es seguro que este niño va a ser arquitecto.” Así que mi decisión de cursar estudios de artes generó una gran estupefacción entre los míos. En realidad, podría haber estudiado cualquier cosa – incluso matemáticas – pero lo que verdaderamente me satisfacía eran las artes plásticas. Y así es como llegué a la Escuela de Artes Plásticas de la UNAM, donde estudié diseño e ilustración y pude entregarme al dibujo y a los colores.
A partir de ahí, empecé a conocer a otros ilustradores y a sentir la necesidad de empezar a dedicarme a esto. Así que comencé, por un lado, a definir mi estilo y, por otro, a llevar mi portafolios a las ferias de libros y a trabajar para empresas y para editoriales. En medio de todo aquello, allá por el 2014, me encontré con Sandra López Viana, de la Agencia Pencil, en la Feria de Guadalajara, y ello me resultó decisivo. Poco a poco, empezarán a llegar proyectos cada vez más interesantes, que acabarán convenciéndome de que podía hacer mi profesión a partir de mi hobby. En la actualidad, doy clases sobre esta profesión que amo tanto y pongo palabras a lo que hago. Creo que he encontrado mi camino y me siento satisfecho por haber decidido bien. Me gusta la docencia y trabajar con mis alumnos y alumnas, pero también crear personajes, hacer historias. Creo que eso es parte de lo que transmito. Mis alumnos entran a la clase y les llama la atención mi producción y la pasión por la profesión. Quizás el secreto resida en que yo considero que sigo aprendiendo y en que incorporo todo lo que experimento a mi trabajo.
CAT&DOG TANK: Recientemente, has dado un nuevo paso hacia la creación de novela gráfica. ¿Qué ha supuesto para ti este paso?
ALEX HERRERÍAS: Un Camino de Leyenda es verdad que marca un cambio en mi evolución. El proyecto surgió a partir de una beca del Estado, que me permitió trazar una historia enteramente salida de mí mismo, que expresara mi visión personal de las cosas. A través de ella y de mi personaje, Tuco, trato de penetrar en el mundo de las máscaras y en otras cuestiones tradicionales de México y lo llevo a un entorno fantástico, que mezcla la realidad y las leyendas, en una suerte de realismo mágico. Sin embargo, Un Camino de Leyenda es ya sólo el principio de un proyecto mayor, que estará formado por nueve novelas gráficas, que aspiran a ser una aportación singular de la literatura gráfica mexicana a este gran arte, tan decisivo en la actualidad. Mi obsesión, a la hora de crearlas es la de documentarme para enriquecerlas lo más posible y la de conseguir en ellas un estilo gráfico reconocible. Por otro lado, ha sido muy gratificante, llevar Un Camino de Leyenda a mis clases, porque en ellas he encontrado un feedback riquísimo.
CAT&DOG TANK: ¿Cuál ha sido tu relación con los animales? Ellos aparecen en la preciosa ilustración que nos has dedicado, ¿cuál es el trasfondo de lo que representas en ella?
ALEX HERRERÍAS: Mi relación con los animales es bastante peculiar. Yo fui hijo único y lo cierto es que a mi mamá nunca le gustaron demasiado, puede que por algún miedo o recelo hacia ellos o por algún acercamiento poco afortunado. En mi infancia, a lo más que pude aspirar es a tener una tortuga o unos pollitos… En el caso de mi esposa, todo fue muy distinto. Ella siempre tuvo muchos perros. Normalmente eran perros callejeros que su familia acogía. Recuerdo, por ejemplo, una perrita que tenía, que siempre me acompañaba al salir de su casa… Siguiendo la tradición, poco después de casarnos, a ella le regalaron a Mambrú, un Chihuahua cabeza de manzana, que – hasta la fecha – ha sido mi único perro. Mambrú era delicioso. Nunca ladraba. Se ganaba a la gente por su peculiar carácter. Le encantaba ponerse en mi cuello como el periquito del pirata. A los dos, nos encantaba pasar así las horas. Luego, salíamos a pasear y, gracias a él, conocí a mis vecinos. Era célebre en el barrio, con su aspecto de perrito dirigido por control remoto, siempre con su cola moviéndose como una antena. A su vez, fue gracias a Mambrú que mi mamá perdió el miedo por los perros y hasta empezó a quedárselo cuando yo me iba de viaje. En fin, no puedo imaginar poder tenerle más cariño a un perro. Luego llegó ciruela, nuestra gata… esta misma gata que, en este momento, anda culebreando entre mis piernas mientras hablo… A Ciruela, la encontró mi mujer bajo unas ruedas y fue ella quien le demostró que ya no era alérgica a los gatos. En un principio, la intención no era que se quedara con nosotros… la verdad es que era pequeñísima y teníamos un amigo dispuesto a adoptarla, pero – desde el principio – Mambrú la acogió y empezó a cuidarla… y así fue como empezaron a hacerse compañía. Luego, con el paso del tiempo, Ciruela empezó a crecer… pero siempre le respetó a Mambrú, que era para ella como un amigo y un padre. Hay que reconocer que juntos hicieron una gran mancuerna.
Me gusta la docencia y trabajar con mis alumnos, pero también crear personajes, hacer historias.
Alex Herrerías
Y, por fin, llegó nuestro hijo Max y Mambrú y Ciruela se convirtieron en sus espectadores. A medida que fue creciendo, empezó a considerarlos sus amigos. Lamentablemente, al de un tiempo, Mambrú enfermó; empezó a dejar de comer y no reaccionó bien a los tratamientos. Tenía dañados sus riñones y tampoco procesó bien la medicina que le pusieron. Así fue como me despedí de él y él se durmió en mi mano… Aun hoy, sigo sufriendo al contarlo.
Cuando nos conocimos empezaba el Día de Muertos, en el que recordamos a los seres queridos, pero también a nuestros animales. En ese día, el xoloitzcuintle te espera en la muerte para llevarte al otro lado. Tal vez por ello, al pensar en CAT&DOG TANK, pensé en la ofrenda que le ponemos a Mambrú cada Día de Muertos. Así, en la ilustración, cuento como Mambrú regresa desde el Más Allá, de nuevo, a mi hombro y como saluda a su querida hermana Ciruela. Es curioso cómo, cuando llegó Ciruela a nuestra casa, era arisca y difícil de acariciar, como el zorro al comienzo de El Principito. Sin embargo, luego, desde que se fue Mambrú, se ha vuelto más cariñosa. Sigue siendo traviesa, pero busca esa misma caricia que buscaba Mambrú; me busca y llora como él, en la puerta, cuando me voy. También me acompaña en mis clases online… de hecho, la silla más cómoda de mi estudio es para ella. Cuando estoy estresado, acariciarla tiene en mí un efecto sanador. En realidad, necesito mucho su afecto desinteresado. Para ella, nosotros somos su seguridad y ella nos ofrece cariño como recompensa por nuestra confianza.