Una gata e nel templo del Expresionismo
Ejercer como artista, a principios de siglo XX, no era precisamente algo sencillo para las mujeres. Sin embargo, Gabriele Münter (1877-1962), frente a todos los obstáculos, no sólo logró convertirse en una reconocidísima pintora y fotógrafa, sino que fue, sin duda, una figura fundamental del Expresionismo alemán, hasta el punto de haber tenido una parte decisiva en la fundación del grupo Der Blaue Reiter en 1911, haciendo de su casa en Murnau uno de los centros neurálgicos de la vanguardia alemana. Los colores intensos, las formas simplificadas y los oscuros y marcados contornos que definen su pintura la convirtieron en un nombre fundamental del movimiento, a la altura de August Macke o Ludwig Kirchner, que influiría además significativamente en el desarrollo posterior del mismo. De ese modo, la que, hasta hace poco, aparecía poco más que como la amante/amiga de Kandinsky, con quien compartió una larga relación personal y artística, cobra hoy una importancia inusitada en esa época de la historia del arte, como puede verse en la fantástica exposición “Gabriele Münter. La gran pintora expresionista”, programada por el Museo Thyssen-Bornemisza hasta el 9 de febrero de 2025.
Pues bien, fue precisamente en su casa de Murnau donde compartió su vida con una preciosa gata llamada Vaska, que aparece en algunas fotografías junto a ella y Kandinsky. Las imágenes nos transportan a una atmósfera íntima, en la que tanto Gabriele como Vasili aparecen mirando con cariño a la gata, que da la sensación de saberse dueña y señora del gran santuario del Expresionismo.