La contribución del genio ruso a una riquísima tradición
Una historia procedente de la tradición islámica que narra cómo Jesús, el profeta, se encuentra con un perro muerto, sería plasmada en forma lírica, en primer lugar, por el poeta persa Nezamí Ganyaví (siglos XII-XIII). Más tarde, en el Romanticismo, sería el propio Goethe quien llevaría a cabo una traducción del poema de Ganyaví. Finalmente, el escritor ruso Liev Tolstoi fijará esta historia en un pequeño cuento en prosa, que os brindamos a continuación.
«Jesús llegó una tarde a las puertas de una ciudad e hizo adelantarse a sus discípulos para preparar la cena. Él, impelido al bien y a la caridad, se internó por las calles hasta la plaza del mercado. Allí vio en un rincón algunas personas agrupadas que contemplaban un objeto en el suelo, y se acercó para ver qué cosa podía llamarles la atención. Era un perro muerto, atado al cuello por la cuerda que había servido para arrastrarle por el lodo. Jamás cosa más vil, más repugnante, más impura se había ofrecido a los ojos de los hombres.
Y todos los que estaban en el grupo miraban hacia el suelo con desagrado.
– Esto emponzoña el aire -dijo uno de los presentes.
-Este animal putrefacto estorbará la vía por mucho tiempo -dijo otro.
-Miren su piel -dijo un tercero-; no hay un solo fragmento que pudiera aprovecharse para cortar unas sandalias.
-Y sus orejas -exclamó un cuarto- son asquerosas y están llenas de sangre.
-Habrá sido ahorcado por ladrón -añadió otro.
Jesús los escuchó, y dirigiendo una mirada de compasión al animal inmundo, dijo:
-¡Sus dientes son más blancos y hermosos que las perlas!
Entonces el pueblo, admirado, se volvió hacia Él, exclamando:
-¿Quién es este? ¿Será Jesús de Nazaret? ¡Sólo Él podría encontrar de qué condolerse y has-ta algo que alabar en un perro muerto…!
Y todos, avergonzados, siguieron su camino, prosternándose ante el Hijo de Dios.»
En Palabras sin collar, puedes encontrar también otros relatos, por supuesto, con nuestros queridos animales en el papel destacado.