Leviatán, el perro de Thomas Hobbes

«El hombre puede ser el peor lobo para el perro»

Tengo suerte de que mi humano sea Thomas. No solo porque me ceda los restos del roast beef, sino porque tiene una visión bastante acertada de cómo somos los perros. Sabe que no juzgamos, que no distinguimos entre ofensa y daño y que, cuando nos agrupamos, colaboramos naturalmente. No me gusta, sin embargo, cuando nombra a mis ancestros lobos para calificar la actitud de unos humanos con otros. Cuando se lo ladro, dice que solo es una metáfora porque la hostilidad verdadera solo se da entre los animales humanos. Al parecer, cuando lo de los lobos, no había ley, ni justicia, ni propiedad; pero sí desconfianza, egoísmo y maldad en los humanos. Creyendo que defenderse era la única manera para sobrevivir, montaron una “guerra de todos contra todos”; hasta que optaron por firmar un contrato para gobernarse y no caer en la violencia.

Yo creo que ese contrato se les quedó corto porque no nos incluye a nosotros, los demás animales. Sé que existen humanos que utilizan a sus perros para sus caprichos -caza, pelea, carreras, vigilancia- y luego, cuando ya no les sirven, los abandonan o acaban con ellos. También sé que algunos los maltratan: les pegan y queman, los inmovilizan con cadenas, les privan de comida y bebida, y hasta los torturan con experimentos. Argumentan, o eso me han dicho, que lo hacen porque nos consideran de su propiedad. Nosotros, que somos confiados, fieles y domésticos, no entendemos de posesiones, ni nos gusta la violencia, y aún así les seguimos queriendo.

Dice Thomas que el ser humano es malo por naturaleza, pero yo creo que no todos. Los hay que nos respetan, nos quieren, comparten su tiempo y hasta nos ofrecen una nueva vida y sus restos de roast beef. Los otros, si es que he entendido bien qué significa una metáfora, pueden llegar a ser “el peor lobo para el perro”.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.