Un loco anda suelto
Entre las montañas, al borde de un precipicio, un personaje camina feliz, elegantemente vestido pero ligero de equipaje, tan sólo un hatillo de peregrino. El Loco de la carta del tarot Rider Waite avanza con la cabeza alta, despreocupado, ajeno a los rigores de los cálculos entre medios y fines, portando en su mano izquierda una rosa blanca, ¿la bella y pura flor de un día, que nos invita a coger? El sol en lo alto, en apariencia tan gélido como las propias montañas, únicamente parece hacer florecer la original vestimenta de nuestro protagonista, a cuyos pies retoza un blanco perrito rampante, que es la viva imagen de la alegría. ¿Es acaso el perrito la voz de las sensaciones internas, viscerales, que, pese a compartir nuestro gozo, también nos avisan con su ladrido de los terribles peligros que nos amenazan…? ¿No estará reflejando El Loco nuestra naturaleza salvaje, nuestros impulsos incontrolados, sabedores de que nuestro perro interior está ahí para protegernos, siempre y cuando estemos dispuestos a escuchar?