La voz de un alma felina
Sometida al luminoso destino de su nombre, Luz no renuncia tampoco al resplandor de la palabra. Todo su dolor, todo su entusiasmo, todo lo abnegado de su condición inexplicable sólo podrá entenderse si se la lee con los ojos apacibles de los perros o la mirada profunda de los gatos. Sólo así podrá descifrarse el acento apasionado de su voz y el profundo destello felino de su alma.