«Yo soy yo y mi circunstancia»
Inevitablemente caí en su trampa. Hacía días que venía por mi calle, aparentemente absorta -como ensimismada-, pero observando atentamente nuestros movimientos. En ocasiones parecía hacer un simple conteo, otras -incluso- nos llamaba y siempre, siempre, nos traía algo para comer. Como los demás humanos, tenía los instintos atrofiados, ejecutando cada uno de sus movimientos como si de una técnica aprendida y automatizada se tratase. Sin embargo, mientras los demás nos ignoraban -cuando no querían acabar con nosotros deliberadamente-, ella buscaba conexión.
Como decía Ortega, “la vida humana no es feliz de suyo, sino que aspira a ser feliz”[1]. El resto de los animales, conectados con nuestro propio ser, simplemente somos, con nuestras circunstancias. Descansamos, nos protegemos, buscamos agua y nos procuramos nuestros alimentos cazando, como antes de degenerar también lo hacían ellos. Quizás por eso no sospeché y caí en su trampa.
Ahora que todo ha pasado, que abandono el veterinario y vuelvo a mi calle, pienso en una de las tesis del filósofo que decía: “En la caza, el ser humano encuentra la felicidad perdida porque, de cierta manera, reingresa en la escala animal, dejando de lado su pesada, tecnificada e inadaptada existencia”. Esta vez no ha sido así porque la caza conlleva muerte y lo que ella ha hecho es aplicar un método llamado CER[2].
Salto sobre el murete que flanquea la colonia y la veo venir con unas latas de paté y un poco de pienso. En su expresión, no veo señal alguna de distanciamiento respecto a sus circunstancias. Pese a lo que otros humanos digan de ella y de los demás voluntarios, yo no la considero una inadaptada.
[1] Adaptado de Prólogo a Veinte años de caza mayor, del Conde de Yebes.
[2] El método CER es una técnica humana aplicada al control de la superpoblación de las colonias felinas. Como acrónimo, CER significa Captura, Esterilización y Retorno de cada ejemplar a su población de origen.
