Una oración pictórica canina
Un precioso perro de pelaje claro descansa sobre la nieve, ajeno al frío o a la humedad, sereno como si no hubiera nada en el entorno que pudiera perturbarlo. Las formas angulosas de su cuerpo remiten, al mismo tiempo, a la búsqueda de lo esencial que propusiera Cézanne, al rampante cubismo que para 1911 – año de esta creación – inundaba la imaginación estética de la época, y al inexorable expresionismo que se abre paso incluso en medio de una imagen tan plácida como esta.
La figura clara del perro sobre la claridad aún mayor de la nieve habla de un contexto de pureza y de inocencia, de tranquilidad y de calma, frente a lo salvaje y caótico del mundo.
Los animales para Marc eran caminos hacia una espiritualidad más elevada. Su pureza les hacía más cercanos a la divinidad que los seres humanos. Por ello, representarlos era un modo de sugerir la trascendencia. Tal vez por esa razón, este “Perro acostado en la nieve” es una especie de oración pictórica, profunda y silente. Un acto de apacible meditación.