Ahora que hemos inaugurado otro año (el de la Serpiente en China y un nuevo cuarto de siglo en occidente), que hemos superado la melancolía del Blue Monday y que intentamos descender la cuesta de enero como bien podemos; ya no hay excusa para volver la vista atrás, revolver en el cajón y sacar la lista de propósitos que nuestro procrastinar aplazó a este 2025.
A propósito del propósito, recoge el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española varias entradas:
1.-Ánimo o intención de hacer o no hacer algo. Como el “conato” spinoziano, esa mezcla entre pasión y necesidad de conocer, que lleva al ser humano a actuar para lograr el:
2.-Objetivo que se pretende conseguir. Que no sería otro, según Aristóteles, que actualizar las posibilidades, hacerlas reales, con el fin último de ser más felices.
Rezuma en ambas acepciones la idea de cambio, de mejora y, en última instancia, de movimiento. “Somos una especie en viaje”, canta Jorge Drexler enfatizando la trashumancia física de la especie. Ese nomadismo, sin embargo, es también aplicable a lo psicológico y a lo emocional, a nuestra necesidad de conocer, pero también a las necesidades artificiales que nos generamos cada día, que a su vez acaban convirtiéndose en objetivos por cumplir: propósitos de año nuevo. En Cat&Dog creemos que podemos aprender de perros y gatos, cuya única intención es “ser” y cuyo objetivo es “existir”. Por ello, nuestro propósito de año nuevo sigue siendo acercarnos a la humanidad que compartimos con ellos en el arte, en la literatura, en la música, en la ciencia… y poder extraer de nosotros mismos la esencia animal de nuestra existencia. Seguro que eso nos hará más felices.
