Laika: estética y sufrimiento
La figura de Laika es ya, en muchos sentidos, un icono pop. Si teclean su nombre en un buscador, descubrirán que su imagen es una suerte de juego de variaciones infinito, que la hace aparecer bien como perrita que mira hacia el cielo – a veces, con la leyenda rapera “started from the bottom, now we are here”… ¡tan lejos hemos llegado…! – bien, con una estrella roja encima, convertida en tatuaje, o – tantas veces – con escafandra de astronauta, mirando hacia arriba o viendo pasar un satélite de la URSS, con una estética nostálgica soviética, tal vez a modo de collage vintage en el que no puede faltar su sputnik, tal vez rodeada de la luna o descendiendo en paracaídas desde su astronave… bien – a modo de broma – como cartel fijado en un árbol de alguien que busca a un perro perdido que lleva su nombre o incluso como dibujos animados o imagen infantil, envuelta por flores y hojas, persiguiendo alegre un hueso…
Por debajo de este esteticismo y de esta efusión mitad kitsch mitad retro, se oculta, no obstante, el doloroso drama de una perrita sacrificada y sometida a un sufrimiento y un estrés horribles, víctima de una loca carrera espacial, que si de algo puede ser icono es, sin duda, de tantos y tantos animales a los que hemos sacrificado y sacrificamos en el altar de ese rumbo incierto al que llamamos progreso.